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Al terminar la Guerra de Secesión, algunas personas miembros del Gun-Club, (club dedicado a la producción de armas de guerra y que conforman ex-militares sin trabajo), comienzan a pensar a que pueden dedicarse mientras están desempleados. En esto, invierten mucho tiempo para idear actividades en las que puedan dedicarse a tiempo completo, solo que no encontraban aquella que fuera la indicada y como ninguna idea los convencía, empezaron a desesperarse hasta el momento que un general les propone una idea que les pareció un tanto extraña, pero que al final les gustó.

No era otra cosa sino dedicarse a la construcción del cañón más grande del mundo que jamás haya sido creado. Para este propósito, se requerirían grandes cantidades de dinero y tiempo, cosa que les hacía dudar en cuanto a que si el gobierno pudiera aceptarles este proyecto, o si lo tendrían que realizar con suficiente discreción. Pero eso no era todo, ya que aparte de la construcción del cañón, con este apuntarían hacia la luna, para dispararle y destruirla, buscando trascender como quienes fueron los creadores de este invento.

No obstante, Impey Barbicane, quien es un aventurero muy arriesgado y a su vez, presidente de la asociación, los disuade de lo contrario, sin temor a cualquier repercusión producto de lo que pretendía hacer. Barbicane, los convence de cambiar la bala de cañón por un cohete con forma cilíndrica, que haría el viaje desde la tierra hasta la superficie, idea que es aceptada con suma conmoción entre los integrantes del Gun Club y por otras personas que supieron de esta idea. Ahora bien, este cohete se llamaría Columbiad, y aparte de la nave, constaba de un cañón muy grande que se encargaría de dispararlo hacia la luna.

A medida que pasa el tiempo, se ve como los participantes en la creación de este artefacto tienen avances, tropiezos y la necesidad de lidiar con otras situaciones, mientras se esfuerzan con la elaboración de este artefacto, razón por la que hacen una gran cantidad de cálculos para mandar el cohete a la luna, en cuanto a velocidad, tamaño, tiempo, entre otros factores, como que si en la actualidad, se decidiera lanzar un transbordador espacial, siendo esto lo más sorprendente de esta novela de ciencia ficción de Julio Verne, porque el proceso inventivo es muy bueno, debido a que se efectúa con una precisión increíble, despertando en cualquiera la curiosidad científica.

Estos datos astronómicos, como los ya mencionados, fueron proporcionados por el observatorio de Cambridge, aunque la mayoría de las respuestas a las incógnitas que debían descifrar, empezando por las características del cañón, tamaño y forma del proyectil, cantidad y clase de pólvora, determinación del sitio de lanzamiento, financiamiento económico, entre otros, fueron establecidas por otras personas muy vinculadas con el proyecto del Columbiad, destacando aparte de Impey Barbicane, J. T. Maston, joven y astuto secretario de Barbicane, así como el Capitán Nicholl, quien muchas veces cuestionaba las ideas de Barbicane con proposiciones más acertadas y por último, el francés Michel Ardan, quien comenzó a trabajar en las últimas semanas del proceso.

Al conseguir el dinero que se necesitaba para esto, el gigantesco cañón es construido en el suelo de Florida. Michel Ardan, se interesa mucho en viajar dentro del cohete, convenciendo a Barbicane y Nicholl de acompañarlo en la travesía y obligando a hacerle modificaciones al cohete para que los pasajeros puedan viajar dentro del mismo, incorporándole una librería y una sala.

A la final, el Columbiad es lanzado, llevando tres personas en su interior y describiendo esta detonación como algo inaudito, sobrehumano y espantoso, saliendo un gran haz de fuego desde las entrañas de la tierra, produciendo que el suelo se levantase e impidiendo que las personas presentes, pudieran apreciar con claridad el lanzamiento de la nave.

A todos les daba mucha curiosidad lo que le pasó al Columbiad en su viaje espacial, razón por la que J. T. Maston, quien estaba en el observatorio construido en las montañas Rocosas, busca ubicarlo con el telescopio, desilusionándose porque el proyectil no ha llegado a su destino, sino que se convirtió en un satélite de la Luna. Esta historia, queda realmente inconclusa, porque no se sabe que les pasó a los 3 tripulantes del Columbiad.



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